miércoles, septiembre 12, 2007

EL SENTIDO DE NO PERTENECER


En la vida de todos hay momentos en los que no nos sentimos parte del mundo o de la red de evolución, y estos momentos a veces infinitos van marcando en forma de surcos en nuestro subconsciente la pobre imagen de uno mismo y de las proyecciones en el crecimiento de la vida.
Las opciones y oportunidades que se nos presentan para beneficio y crecimiento, muchas veces no las vemos o simplemente las dejamos pasar consciente de ello, por el hecho de sentir que no se tienen los recursos o herramientas que son necesarias para llevar a cabo las transformación de nuestros condicionamientos, y así ir evolucionando con el ritmo de la vida.
El miedo que se apodera de todo, la angustia que este genera, la inseguridad resurgente del escaso auto merecimiento y valía, van enmarcando un escenario interno de un sentido de escasez e indignidad, en el que se deja reflejar la insatisfacción en los sistemas reinantes en todo sentido y en ocasiones de las otras personas con quienes se convive de alguna manera, percibiendo por esta causa la vida como un estado deplorable en el cual se tiene que sobrevivir en una extenuante lucha y la terrible sensación ahogante de injusticia.
La injusticia hace buscar consuelo en los sistemas religiosos, en lo cuales igualmente se es discriminado, sumado a esto esta el hecho que desde el nacimiento estamos todos etiquetados, bien sea por un sistema religioso, social, cultural o racial; este hecho por decirlo bien, hace sentir que el pecado original en verdad es el acto de haber nacido.
Se dice desde el principio que el verbo es vida, sin embargo hemos sido amordazados y esclavizados con condicionamientos que se han convertido en nuestras bases psicológicas, con las cuales vamos conviviendo equívocamente el resto de nuestras vidas a menos que, rompamos nuestras cadenas disolviendo las barreras entre el mundo operante y nuestro derecho de ser por conciencia misma. No somos verdaderamente libres a menos que seamos capaces de conocer de qué se trata cuando se habla de “uno mismo”, cuando se dice “yo soy.
En busca de aprobación y aceptación se va dejando de lado el sentir propio, se le da importancia a los requerimientos externos y cumplimiento de expectativas de vida ajenos a la realidad a la cual se pertenece, y por tal se desmerece el vanagloriar la participación de sí en cualquier forma, ya que solo cuenta el cumplimiento de las normas o metas que no están relacionadas directamente con lo que se busca en la vida.
Ya que este sentir se encuentra en casi todas las personas del planeta, es necesario generar espacios de contención, comunicación y transformación, en donde la igual participación y aportes permitan dar un paso más allá de los limites auto impuestos, y lograr romper con la cadena de eventos negativos de nuestra propia imagen y darle un nuevo sentido a la vida, más digno y resignificar todo cuanto sea necesario para la elaboración de un contexto optimizado de nuestras forma de relacionarnos con el mundo y participar de los mismos derechos bien acotados en el marco de la auto-conciencia.

Isabel Arriagada(Aramadoma)